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  • Foto del escritorFernando Vega Riveros

El Changarro vs. la PyMe

Si estás haciendo un negocio para “sacar unos pesos” entonces concéntrate en ello, pero no te mientas a ti mismo, tu no eres empresario, tu negocio no es una empresa. Cabe recalcar que tener un negocio que deje algunos pesos no significa ser emprendedor.


Diferenciar entre el dueño de negocio, empresario o emprendedor no significa que hay que clasificar de forma despectiva cada uno de los roles. Ser dueño de un “changarro” , o ser un empresario en una empresa internacional no significa un nivel de éxito mayor o menor.


Debo aclarar y exponer la importancia de las grandes empresas y también de los pequeños negocios. Todos hemos comprado un producto en una esquina cuando estamos atorados en el tráfico, o hemos comprado un tamal en la mañana en alguna esquina.



Todos somos actores de la economía. Todos participamos en el flujo y

distribución del dinero. Dependemos de otros.





Entendiendo las Características para Encontrar las Diferencias


Las clasificaciones en este artículo son meramente para el análisis y entendimiento de los problemas, necesidades, amenazas y oportunidades para cada uno. Tomando en cuenta que en este tipo de estudios, no hay respuestas correctas o incorrectas, ni tampoco fórmulas o recetas que aseguren resultados.


Changarro: Surge de la necesidad económica de las personas. Regularmente por el desempleo, falta de educación y de oportunidades. Este tipo de negocio se centra en vender más para ganar más dinero. El objetivo del dueño regularmente es sobrevivir.


Una de las cualidades de este tipo de negocios es su increíble potencial de escuchar a sus clientes, inclusive de fidelizarlos. Ellos como vendedores conocen a las personas profundamente y crean lazos duraderos y sinceros. Ellos no piensan en conceptos como el Customer Success ni calculan el Life Time Value, simplemente crean relaciones duraderas y estrechas por sus principios. Saben bien que necesitan del cliente para sobrevivir y los clientes que necesitan de ellos para sus necesidades.






Proyecto. Aquí es donde surge el emprendedor. Tiene una idea (buena o mala) que ama incondicionalmente. Tiene energía y pasión para realizar y ejecutar esta idea. La emoción predomina y es lo que provoca la ejecución de muchas actividades para concretar esta idea.


Muchas veces el emprendedor trabaja muy duro sin ver el dinero, lo motiva más su idea. Sin embargo, las ideas no son negocios, son ideas. Aquí es donde estas ideas se transforman en proyectos, se aterrizan en un plan de negocios o en un CANVAS.


El emprendedor tiene la actitud, las ganas, la motivación, la creencia en su idea, y por esa razón tiene el potencial de encontrar a personas que lo ayuden a ejecutar ese proyecto. Además tiene el tiempo para aprender sobre múltiples temas del mundo empresarial, desde marketing digital hasta la legislación para contratar personal.







Microempresa. El proyecto se concretó y funcionó. Funcionó tan bien que probablemente la motivación del equipo aumentó, lo que provoca nuevas ideas, y nuevos retos. Ahora ya hay dinero, y el emprendedor comienza a recibir dividendos, un peligroso incentivo que muchas veces provoca la “infidelidad” a tu idea, a tu proyecto por irte con el dinero, con la falsa sensación de éxito.


En este tipo de negocios se tiene la clásica secretaria o asistente, y quizá algún auxiliar de algún área. Se comienza a considerar seriamente el tema de fiscalización, impuestos, nómina, seguro social, reglamentos internos y muchos contratos. Aquí encontramos otra trampa muy habitual en el crecimiento de un negocio. Al ver estos “nuevos problemas” el emprendedor puede desistir del crecimiento y consolidación de su empresa, y regresar a tener simplemente un “proyecto”.





Habitualmente mi experiencia me ha mostrado que muchas veces se quedan en ese “limbo” , ese purgatorio donde no quieren madurar su negocio, donde no quieren más responsabilidades ni problemas, pero tampoco quieren aceptar que se quedarán como autoempleados en su un proyecto.


Este tipo de casos se identifican cuando el dueño de negocio regularmente hace alarde de sus logros pasados, cuando cuenta sus hazañas y batallas de cuando fue emprendedor. O cuando trata a los demás como si “fueran menos experimentados”, y no por serlo sino por creer que él, gracias a sus éxitos pasados, es mejor que todos los de la empresa. Lo que conlleva a una serie de problemas internos en la estructura, planeación, dirección, control y liderazgo.


Ten cuidado de quedarte en el limbo. No está mal ser emprendedor de miles de proyectos, ni tampoco está mal ser dueño de un changarrito. Lo que no te recomiendo es sentir que eres dueño de una empresa, o que eres empresario, cuando en realidad tienes solamente una microempresa. No seas egoísta, ten la humildad de aceptar la realidad.






Pequeña empresa. Se logró superar las dificultades personales del dueño de la microempresa. Ahora la empresa está formalmente constituida, tiene una estructura más o menos definida, lo cual es una ventaja para su flexibilidad. El emprendedor tiene más responsabilidades frente a clientes, empleados, bancos y proveedores; lo que obliga a delegar funciones y esto a su vez crear nuevos problemas, y oportunidades.


La burocracia crece, pero también los proyectos, las ideas, los equipos de trabajo, y por supuesto crecen los problemas. Una demanda laboral, un cliente que no quiere pagar, un proveedor no realizará la entrega a tiempo, y estás en cama por una fuerte enfermedad por el estrés que tienes.


El reto aquí es confiar y delegar más tareas a tu equipo; además de tener tus ideales, valores y metas claras para no guiarse solamente por el dinero, sino por el crecimiento y la misión empresarial. Sin olvidar la humildad e inteligencia de contratar a personal más talentoso que tú.







Mediana Empresa. Se ha llegado a tener una empresa estable y consolidada. En este momento la empresa ha aprendido a contratar personal y despedirlo. Ya tiene experiencia lidiando con impuestos y contadores. Probablemente tuvo que mudarse por el crecimiento de personal.


Ahora es el momento que el emprendedor decida si quiere dar el salto a empresario. Debe decidir si trabajará para el crecimiento de la empresa en todos los sentidos, debe decidir si en verdad quiere alcanzar esa misión empresarial que está en su página web.


Dar ese salto conlleva una serie de decisiones difíciles, y por eso muchos se quedan establemente con su PyMe buscando simplemente más utilidades para mejorar su calidad de vida.


Los otros emprendedores que dan el salto, primero deben de aceptar abiertamente que no son empresarios. Aceptar eso les da el superpoder de saber que no saben lo que no saben y por lo tanto nunca parar de aprender.






Conclusión


No tiene sentido poner a competir a los changarros contra las microempresas y estas con las medianas. Cada una de estas entidades forman activamente parte de la economía de nuestra sociedad, por lo tanto su existencia es muy valiosa para todos nosotros.


El recorrido de un emprendedor a empresario no tiene “casetas” definidas, así que es probable que haya muchos empresarios creciendo microempresas y también emprendedores dirigiendo medianas empresas o inclusive grandes. Lo que describimos fueron las características superfluas de cada una de estas entidades para que identifiques en cual te encuentras y sea más fácil para ti conocer a tu empresa y conocerte a ti mismo.


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